Código: | 74306 |
Director: | Jaime Ruiz Reig, presidente de AMESDE |
Secretaria: | Mirta Núñez Díaz-Balart, Facultad de CC. de la Información, Universidad Complutense |
Coordinadora: | Isabel Durán Giménez-Rico |
Colaboradores: | Cátedra “Historia Siglo XX” Universidad Complutense; Asociación Ex-presos Políticos; Asociación 11 de marzo; Amnistía Internacional |
La familia, la mujer y la infancia formaban la segunda línea de la acción del régimen franquista sobre sus súbditos. Frente al protagonismo de los uniformes en todos los ámbitos institucionales, la familia y sus integrantes femeninos e infantiles, formaban los cimientos ocultos –pero fundamentales e imprescindibles- para su edificación. Para ellos se destinaría un amplio tratamiento correctivo respecto a la política republicana. Era necesario remodelar el ordenamiento jurídico que lo englobaba y encauzar a través de instituciones nuevas o de aquellas que se habían restablecido tras la victoria, como el Patronato de la Mujer o el Patronato de Redención de Mujeres Caídas u otras, un modelo femenino y familiar, nada novedoso en su esencia (pues recogía la tradición católica) pero, con algún aditamento del momento: los ropajes españoles del fascismo con los que vestía Falange Española a la Sección Femenina. El papel crucial de la Iglesia Católica, vencedora junto a las armas sublevadas, tendrían una sociedad entera para relanzar aquellos valores (e intereses) que se habían visto cuestionados durante la República. Mujeres y niños, sus fieles más queridos, estarían en el punto de mira de una realidad política en perfecta sintonía con el ideario católico más retrógrado.
La función primordial y única de madre y esposa, determinada por el régimen, convertía a la mujer en un agente de primer orden para la socialización de los niños en los valores del sistema. Las estrategias que se diseñan están inspiradas en un modelo de sociedad en el que el silencio se suma al sometimiento y se sazona con la subordinación al varón. A partir de estas premisas, la política de adaptación femenina debe partir de la supresión en el imaginario social de la experiencia republicana. La infancia, por su parte, no solo debía conocer los nuevos símbolos, modos, comportamientos… sino hacerlos suyos a través del discurso reiterado, dentro y fuera del entorno familiar. Los niños también serían uniformados, disciplinados y adoctrinados, en cuanto tuvieran uso de razón, como modo de inserción en la nueva sociedad totalitaria. El conocimiento y análisis de ello sería el objeto central de este encuentro.
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